En la mañana del 11 de marzo de 2020 Adam Silver se reunió con Michelle Roberts, la directora ejecutiva de la Asociación de Jugadores NBA, para valorar los siguientes pasos que pensaba dar la liga debido al nuevo coronavirus. La NBA ya había tenido que cerrar sus oficinas en Shanghai y Beijing, y solo un par de días antes Silver se había cruzado con el virólogo David Ho. La conversación que había tenido con él le había dejado muy preocupado y quería poner en marcha un protocolo de acción contra la COVID-19.
Después de hablar con Roberts, Silver se reunió por videoconferencia con todos los propietarios de franquicias de la NBA. El punto más importante de la orden del día era la posibilidad de jugar ante pabellones vacíos o con aforos muy reducidos, algo contra lo que muchos propietarios habían mostrado resistencia tan solo una semana antes, pero que en ese momento parecía inevitable. No se tomó una decisión firme al respecto, dejando hacer a cada una de las franquicias. Los Warriors, por ejemplo, decidieron ese día jugar sin fans a partir de ese momento, y así lo anunciaron. La liga también empezó a trabajar en un protocolo de acción en caso de que algún miembro de la NBA diese positivo, para poder así reaccionar de manera coordinada ante lo que parecía un caso extremo, si es que llegaba a darse.
Mientras esa reunión tenía lugar, poco sabía Adam Silver que la peor de las situaciones que se podía imaginar ya había empezado.
Los Utah Jazz jugaban aquella tarde en Oklahoma City. El día anterior Rudy Gobert había comenzado a encontrarse mal. El jugador pensaba que se le pasaría después de un buen sueño, pero en la mañana siguiente se encontraba aún peor. Avisó al cuerpo médico de los Jazz. En principio, el médico lo achacó a una gripe. Pero dada la situación que se comenzaba a vivir, quiso ser precavido y realizar al jugador una prueba de COVID-19. Casualmente, Gobert había bromeado días antes con los periodistas (tocando los micrófonos) y con sus compañeros (tocando sus pertenencias) sobre el asunto.
Claro que en aquel momento los test del virus no eran algo que estuviera precisamente extendido. De hecho, el área metropolitana de Oklahoma City aún no había tenido ningún caso oficial. Solo se tenía controlado un único caso en Tulsa desde el viernes anterior. A Gobert le dieron órdenes de quedarse en su habitación de hotel, mientras el médico del equipo, ayudado también por el equipo médico de los Thunder, se afanaba por encontrar algún centro médico que tuviera disponible una prueba que poder utilizar con el francés. Pasaron unas cuantas horas hasta que, por fin, encontraron un lugar donde las tenían. El doctor se desplazó hasta el centro, recogió la prueba, y después regresó hasta la habitación del jugador. Allí recogió la muestra, y volvió de nuevo al centro médico. Obtener el resultado llevaría unas horas más. El partido se celebraba a las ocho de la tarde y la cuenta atrás ya estaba en marcha.
En Dallas debía tener lugar aquella misma noche el encuentro entre los Mavericks y los Nuggets, que se emitiría nacionalmente a través de ESPN. Doris Burke había acudido tres horas antes al pabellón porque quería entrevistar a Luka Doncic y este había solicitado que fuera con ese tiempo de antelación para no interrumpir su rutina de calentamiento. Aquella fue la primera entrevista que Burke hizo con el nuevo protocolo de seguridad de la cadena. Ambos se sentaron en sillas separadas por dos metros de distancia. Burke acostumbraba a cerrar sus entrevista con un apretón de manos o con un abrazo si la confianza con el jugador lo permitía, pero el nuevo protocolo también lo prohibía.
Un rato después, ya en el vestuario, los jugadores se enteraban de que Rudy Gobert iba a ser baja con enfermedad, una gripe, parecía. Hubo algunas bromas sobre si podría ser coronavirus. Mark Cuban entró al vestuario para charlar con los jugadores y los entrenadores. Solo se hablaba de una cosa. En un momento concreto, Luka Doncic, quien estaba siguiendo de cerca lo que sucedía en las ligas europeas, le preguntó a Cuban si pensaba que la temporada se iba a suspender. "No creo", dijo el propietario. "Si tuviera que apostar le daría un cinco, o un diez por ciento de probabilidades, como mucho".
Los jugadores terminaron el calentamiento y se dispusieron a jugar el partido con total normalidad.
Eran las siete de la tarde ya en Oklahoma City cuando llegó el resultado del test. En New York Adam Silver acababa de dejar su oficina después de la reunión con los propietarios y se dirigía a su casa, cuando recibió una llamada. Alguien al otro lado de la línea le informaba de que Rudy Gobert había dado positivo por COVID-19. Sabían que eso podía llegar a pasar, eventualmente. Pero no esperaban que fuera tan pronto. Llegó a casa, pero no salió del coche. Durante la siguiente hora permaneció en su vehículo, hablando por teléfono con Sam Presti, con Clay Bennett (propietario de los Thunder), y, por último, con el comisionado de salud de Oklahoma. Después de hablar con este tomó su decisión: había que suspender el partido. Cuando llamó a Sam Presti para comunicárselo eran casi las 8 de la tarde, la hora a la que debía comenzar. Al terminar de hablar con Presti cayó en la cuenta de que uno de los árbitros que iban a arbitrar esa misma noche el Pelicans - Kings había pitado a los Jazz un par de días antes. También había que cancelar ese partido.
Mientras Silver llamaba para cancelar el otro partido, Sam Presti hacía lo mismo, llamando a Donnie Strack, del equipo médico de los Thunder, para que comunicase lo antes posible la decisión a los colegiados. Con el estadio lleno con 18.000 personas y el partido a punto de empezar, Strack apareció corriendo en la pista para hablar con los colegiados. Tras unos minutos de incertidumbre ambos equipos se retiraron a sus vestuarios y se pidió a los aficionados por megafonía que abandonasen con calma el pabellón. Bastante poca locura hubo. Los jugadores de los Thunder, preocupados, le dijeron a Sam Presti que tenían miedo de irse a casa con sus familias después de haber estado en contacto con jugadores de los Jazz. Presti llegó a valorar la posibilidad de comprar camas para que los jugadores durmieran en el pabellón, antes de que llegase la confirmación de que habían podido reservar suficientes habitaciones de hotel a última hora. Era casi medianoche cuando los miembros de los Thunder pudieron salir del Chesapeake Energy Arena.
En el momento en el que se anunciaba por megafonía dicha cancelación, Adam Silver, sin haber salido aún del coche, hacía otra llamada telefónica: todos los partidos quedaban cancelados al menos durante un mes.
Pero había uno de ellos que ya estaba en marcha. El Dallas Mavericks vs Denver Nuggets había pasado ya la mitad de su desarrollo. Durante el tercer cuarto, Scott Tomlin, el vicepresidente de comunicaciones de los Mavericks, recibió la notificación de la NBA de que la temporada se cancelaba al menos durante los siguientes 30 días. Tomlin bajó corriendo de la zona de prensa para enseñarle la notificación a Mark Cuban. Era durante un tiempo muerto, y ESPN captó con sus cámaras la reacción.
El Mavs - Nuggets continuó hasta el final, pues haberlo parado a mitad del partido habría causado una gran alarma - o una aún mayor. Pero sería la última dosis de baloncesto NBA que tendríamos hasta unos cuantos meses después. Los jugadores de ambos equipos conocían las noticias desde mediado el tercer cuarto, y se conjuraron para ganar lo que preveían que sería el último partido en mucho tiempo.
"Salí de la pista, me senté al lado de Luka, y este me miró y me dijo: la temporada se ha acabado", contaba Maxi Kleber. "Yo no me lo creí. Muy gracioso, le dije. Pero se puso serio y me dijo que no, que era verdad, que la temporada se había terminado. Que Gobert había dado positivo, y que se había parado todo. Era una locura que hubiera pasado todo tan rápido".
El público también parecía demasiado distraído para un partido tan igualado como aquel. Era evidente que todos lo sabían. Ryan Ruocco y Doris Burke comentaban el partido como podían en mitad de aquellas noticias, con Tom Rinaldi en el inalámbrico. Poco sabía Doris Burke que ella misma seguramente estaba contagiada en aquellos momentos, como anunciaría días después. Casi al mismo tiempo que todo esto sucedía en la NBA, el actor Tom Hanks publicaba también su positivo por coronavirus.
Aquella fue la noche en la que muchos creo que nos empezamos a dar cuenta de la gravedad del asunto. Después de la NBA se suspenderían el resto de grandes ligas mundiales. Dos días más tarde, en lo que respecta a España, se decretaría el primer estado de alarma.
Aquella fue la noche en la que la COVID-19 paró la NBA. Hoy se cumplen cinco años.