DeAndre Ayton, Idea vs Realidad
"No me gustó su espíritu en el juego", dijo Chauncey Billups después de darle solo dos minutos en la segunda mitad a Ayton contra los Jazz.
¿Alguna vez os habéis dado cuenta de que sois muy buenos y tenéis unas características o habilidades espectaculares para hacer algo muy bien... pero que no os gusta hacer ese algo en concreto?
Supongo que le pasará a mucha gente en sus trabajos. Que tú seas bueno en tu empleo no significa que te tenga que gustar, mucho menos entusiasmarte, ni que tengas que dejarte la vida en ello.
La idea de DeAndre Ayton es muy atractiva. Un hombre alto capaz de defender el aro y la zona, de botar, meter desde la media distancia y cerca de la canasta. Un pívot que suena a clásico, pero cuya agilidad y movilidad le convierten en un cinco casi ideal para el baloncesto actual.
La realidad es que vemos todo eso con cuentagotas. Cuando ves jugar a Ayton es evidente que sus cualidades son extraordinarias, pero hay algo que no termina de encajar. Quizás sea que la mayor parte de los pívots necesitan que sus compañeros les ayuden a sacar el máximo de sí mismos. Pero hay algo que no parece ser puramente de X y Os. Algo que nace de la intensidad, del esfuerzo, de lo que allí llaman el motor.
Puede que se deba a que Ayton no quería seguir en Phoenix. Cuando los Suns se negaron a darle el máximo y le dijeron que se buscara la vida en el mercado cuando era agente libre restringido a Ayton le costó, pero finalmente logró que los Indiana Pacers le ofrecieran un máximo. Los Suns igualaron, claro, dando lugar a una incómoda situación al inicio de la pretemporada. Pero esto ya se decía sobre él antes de que sucediera todo eso con su contrato, y se sigue diciendo bastante tiempo después de que los Suns lo traspasaran.
Simple y llanamente, a DeAndre Ayton se le acusa de no jugar con intensidad. Algunos dicen incluso que no le gusta el baloncesto, y que solo lo juega porque tiene las características idóneas para ello. Es posible que sea así. Cuando era un niño que crecía en las Bahamas su deporte favorito era el fútbol. Le encantaba. Muchos años después, ya como número 1 del Draft de la NBA, seguía diciendo que meter un gol es la mejor sensación del mundo.
Pero creció mucho. A los 12 años ya medía más de dos metros, y tuvo que hacer caso a su padre, quien le había querido convencer sin éxito de que jugara al baloncesto durante años. A esa edad fue cuando empezó a jugar. Al ser tan alto sus entrenadores querían que hiciera ejercicios cerca de la canasta, pero él no quería. "Siempre me tenían en el poste, y yo no quería jugar ahí", decía a ESPN. "Quiero hacer algo diferente. Esto no me entretiene, yo quiero hacer lo mismo que los guards. En los entrenamientos no quería trabajar en el poste, quería botar el balón, quería lanzar a canasta".
No quería jugar al baloncesto, él quería jugar al fútbol, pero es lo que le tocó hacer. No quería ser pívot, quería hacer lo mismo que los bases, pero es lo que le tocó hacer. Y hace un par de años también se llevó críticas por reconocer en un artículo del New York Times que no ve partidos de la NBA en su tiempo libre.
No le pidáis DeAndre Ayton que vea un partido de la NBA fuera del trabajo. No quiere ver a otros equipos jugando.
"Simplemente no puedo verlo porque tengo ciertos principios en lo referente a este deporte", decía Ayton en una entrevista reciente después de un entrenamiento. "He visto demasiados principios y malos hábitos y eso me trastoca. Así que no los veo".
La mayor parte de la gente no trabaja en lo que le gusta, sino en lo que le toca. Darte cuenta de eso forma parte de la madurez, que la idea que te vendieron de pequeño de que podrías ser lo que quisieras no era tan verdad.
¿Se puede culpar a alguien por no disfrutar de su trabajo? ¿Por cumplir, sin más?
A mí me haría mucha gracia que alguien me echase en cara que no disfruto de mi trabajo, que lo único que hago es ir, cumplir y cobrar al final del mes.
Que vale, me llevo bien con los compañeros y aporto a un buen ambiente, pero es que no dedico parte de mi tiempo libre a mejorar o a analizar lo que he hecho ese día en el trabajo. Me imagino echándome eso en cara a mi jefe, o a algún compañero, o a algún… no sé, “fan” de lo que hacemos en mi trabajo, y me da la risa.
A los atletas, sin embargo, no solo les exigimos que sean buenos en lo suyo, sino también que lo disfruten, que sacrifiquen todo por ello, que hagan entrenamientos extra, que muestren entusiasmo y que lo dejen absolutamente todo por sus carreras profesionales.
¿Por qué? ¿Porque ganan mucho dinero con ello? No. Lo hacemos porque, en el fondo, lo que les estamos pidiendo es que lo den todo por nosotros.
Me gustó la comparación con el trabajo de uno y también el final, porque después de todo es un trabajo especial. Con los años entendí que "si yo fuera jugador de fútbol me pasaría el día en el club pateando" es justamente el deseo de algo que no soy. Como cuando vas de vacaciones a un lugar y decís que te gustaría vivir ahí. En fin, #EsMásComplejo.
No creo que dejen de apostar por él, porque recursos y edad tiene para que alguien se arriesgue a ser el que logre despertarle. El tema, creo, es que no va a ser una cuestión de juego, sino de cabeza, de sentirse él que tiene sentido hacerlo y haga ese click. O no lo hará, y simplemente irá apagándose, lo cual es también válido.
Crees que Ayton seguirá en la liga mucho más? Cuando uno piensa fríamente, me cuesta ver qué un tío con tanto talento no sea indiscutible en uno de los peores equipos del Oeste.
No acabo de verle el hueco en otro equipo que no sea Portland (Pelicans quizá?) y está indudablemente en el mercado.