El regreso de Doncic a Dallas y las justificaciones de Mark Cuban

Sobre una noche de emociones y empresarios que piensan que te compran porque te pagan un salario.

No voy a engañaros, fue difícil levantarse anoche para ver el regreso de Luka Doncic a Dallas. No solo es el trasnochar, es saber que vas a ver algo que te va a dejar tocado emocionalmente, y que pase lo que pase ya vas a estar jodido en las horas o en los días siguientes.

A mí me gusta restarle importancia a todo esto. Solo es un deporte. Solo es un hobby. Es una distracción. Pero en los dos últimos meses y pico te das cuenta de lo mucho que te involucras a veces en estas cuestiones que deberían ser banales en el día a día.

Eres un adulto. ¿Qué haces llorando por un vídeo tributo a un jugador de baloncesto?

Ya os contaba alguna vez que no es como que me haya afectado fuera de este otro mundillo más allá de las primeras horas de shock, pero todavía de vez en cuando te paras un segundo a pensarlo y te da una punzada.

De verdad lo hizo. De verdad rompió con todo, traspasando al chaval al que te imaginabas animando en tu equipo durante al menos otros 10 años más.

Supongo que esa es parte de la gracia de todo esto. Qué gracia tiene seguir un deporte, o seguir a un equipo, si no te involucras emocionalmente de alguna manera, si te da igual lo que suceda en la pista o en los despachos. De esa involucración emocional conseguimos que cuando las cosas van mal te lleves un mal rato, pero que cuando van bien sientas una alegría capaz de desconectarte de las miserias que vives en el día a día. Es el acuerdo al que llegamos cuando nos hacemos “fans”: tiene que ser una distracción emocional de la vida real.

Así que cuando en casa me preguntan por qué seguimos viendo partidos de Luka Doncic aunque ya no juegue en los Mavs, tampoco sé muy bien qué decir. “¿Ahora tenemos que ver a los Lakers también?” Pues sí, supongo. Y eso es lo que hice anoche. Ver a los Mavs, ver a los Lakers y ver a Luka y soltar unas lágrimas por él, a pesar de que ya sabía que eso me iba a joder los próximos días.

Y así lo viví.