Los Oklahoma City Thunder son los nuevos campeones en la NBA de la ¿paridad? y las ventanas ¿cortas?
La NBA está pasando por una época con una variabilidad de campeones nunca vista antes. ¿Están cerca los Thunder de acabar con esa época?
Los Oklahoma City Thunder son los campeones dentro del nuevo paradigma de la NBA. ¿Están los Thunder llamados a romper esa tendencia de tener un campeón diferente cada temporada?
La paridad forzada de la nueva NBA
El panorama de la liga ha cambiado drásticamente en los últimos años, y las nuevas reglas financieras del convenio colectivo están en el centro de esta transformación. Las restricciones impuestas por los aprons salariales, especialmente el segundo apron que estaba fijado en $188.9 millones para esta temporada, y que se ha convertido casi en un límite salarial duro, obligan a tomar decisiones dolorosas sobre los jugadores de tu plantilla mucho antes de lo deseado.
Equipos como los Golden State Warriors y Los Angeles Clippers, históricamente dispuestos a pagar enormes cantidades de impuesto de lujo, se vieron forzados a dejar ir a jugadores importantes para primar la flexibilidad. Este fenómeno no es aislado; refleja una nueva realidad en la NBA donde las ventanas de oportunidad para competir por un campeonato se han acortado significativamente.
Esto es algo que se ha ido acentuando con cada nueva negociación del convenio colectivo. Ya después del convenio firmado en 2011 se empezaba a hablar sobre cómo las nuevas normas que se impusieron sobre el impuesto de lujo iban a hacer que las ventanas competitivas de los equipos se acortasen. En parte la dureza incrementada de aquel impuesto de lujo fue lo que llevó a que los Thunder decidieran entre pagar a Serge Ibaka y James Harden, por ejemplo.
Pero incluso aquello no tiene nada que ver con lo del convenio actual. Las reglas del segundo apron imponen limitaciones severas a los equipos que superan este umbral. Las que ya sabemos: no pueden agregar jugadores en traspasos, deben igualar los salarios casi dólar por dólar porque no pueden recibir más salario del que dan, y no pueden usar cash para facilitar los traspasos, además de la posible congelación de picks de draft futuros y penalizaciones mandando esos picks al último puesto de la primera ronda.
Estas restricciones han complicado enormemente la construcción y el ajuste de las plantillas. Por ejemplo, el verano pasado los Clippers, respaldados por el propietario más rico de toda la NBA, optaron por no ofrecerle a Paul George el contrato a largo plazo que buscaba, permitiendo que firmara con los Philadelphia 76ers. "Este convenio te obliga a desprenderte de jugadores de los que no quieres desprenderte", resumió un ejecutivo de la Conferencia Oeste a The Athletic, ejemplificando la frustración de muchos en la liga.
Estas reglas reducen el margen de error de los general managers, quienes deben equilibrar las necesidades del presente con la planificación del futuro. Un ejecutivo señaló que "cada traspaso precipita alguna otra decisión", ya que las restricciones financieras limitan las herramientas disponibles para maniobrar. Ahora es más importante que nunca no meterse en malos contratos y llevar una buena estrategia financiera.
El objetivo detrás de estas reglas, según el comisionado Adam Silver, es fomentar la paridad en la liga. Silver ha priorizado redistribuir el talento para evitar que los equipos más ricos dominen perpetuamente. Aunque los propietarios adinerados aún tienen ventajas, las barreras financieras dificultan mantener plantillas cargadas de estrellas a medio y largo plazo. "Hay consecuencias reales en esas disposiciones", afirmó Silver sobre el convenio, y los equipos lo están sintiendo. Esta búsqueda de paridad cree el comisionado que puede cambiar la percepción de los aficionados, especialmente en mercados pequeños, que ahora ven una oportunidad más realista de competir.
Al menos esa es la versión oficial, la de la paridad. Hay otro objetivo detrás de cada restricción que añade la NBA en cada negociación del convenio colectivo, y ese no es otro que el autocontrol. Desde la propia inclusión del contrato máximo en los 90, hasta esta introducción de los queridos aprons y sus penalizaciones, todo tiene un objetivo final de autocontrolar el gasto de las franquicias de la NBA e intentar salvarse de sus propios errores. Cuando las franquicias la cagaban dando contratos de 6 temporadas a gente como Etan Thomas o Andris Biedrins se redujo la cantidad de años que se podían ofrecer. Y ahora que Warriors o Clippers tiraban de billetera sin pestañear, se ha obligado a controlar el gasto penalizando más en lo económico pero también en lo deportivo.
Sin embargo, la paridad tiene un coste. Equipos como los Denver Nuggets, campeones en 2023, perdieron a jugadores clave como Bruce Brown y Kentavious Caldwell-Pope en años consecutivos debido a limitaciones financieras. Los Timberwolves tuvieron que darle una vuelta de tuerca al proyecto tras estar en las finales de conferencia, e incluso los Boston Celtics, campeones hace un año, se cree que van a sacar la tijera este verano y tienen por delante un futuro incierto.
OKC tiene la oportunidad de romper la tendencia
El problema es que en los dos últimos Playoffs, o incluso podría decirse que en las dos últimas temporadas regulares, no hemos visto una paridad real. Bueno, sí, hemos visto una paridad generalizada igualada hacia abajo, como suele explicar Juanma Rubio, pero a la hora de la verdad ha habido un equipo que ha sido dominante en las dos temporadas: primero Boston y después Oklahoma City.
Tan solo los Denver Nuggets y los Indiana Pacers han sido capaces de plantar cara realmente a OKC, con los Pacers peleándoles justo hasta la línea de meta. Por lo demás, han ganado y dominado quienes parecían favoritos antes de empezar la temporada junto con los Boston Celtics, de la misma manera que dominaron los Celtics hace un año.
Durante estos Playoffs, los Thunder han tenido las siguientes ventajas:
56 puntos en el Game 1 contra Memphis.
49 en el Game 2 contra Denver.
43 en el Game 7 contra Denver.
39 en el Game 5 contra Minnesota.
26 en el Game 1 contra Minnesota.
24 en el Game 2 contra Minnesota.
23 en el Game 2 contra Memphis.
23 en el Game 2 contra Indiana.
Uno pensaría que el hecho de que haya seis campeones diferentes en seis años es bueno para la NBA, y hasta cierto punto que cada año haya un campeón puede tener ese impacto positivo, pero históricamente a la NBA lo que le ha venido mejor (especialmente en cuanto a audiencias) ha sido que haya igualdad real en los Playoffs, con series largas, o que haya un gran equipo dominante, no este tipo de paridad en el que a la hora de la verdad parece que todas las Finales de Conferencia de los últimos años se han puesto 3-1, y el de este año ha sido el primer Game 7 en unas Finales desde 2016.
A lo mejor estos Thunder son ese equipo que cambia la tendencia y devuelve a la liga a una era de un equipo dinástico al que destronar.
Tempus Fugit
La urgencia es ahora la tendencia dominante en la NBA. Como dijo un GM de la Conferencia Este a CBS Sports, "si tienes una ventana para ganar ahora, intenta ganar ahora". No se sabe cómo estarás dentro de uno o dos años. La paciencia de los jugadores es más corta, y las restricciones financieras castigan la continuidad a largo plazo. Los Phoenix Suns, por ejemplo, intentaron desafiar estas limitaciones con una plantilla, o más bien un trío, que ellos consideraban estelar, pero terminaron implosionando. Quizás si hubiera sido otra estrella, y no Bradley Beal, podría haber funcionado, pero no lo ha hecho. Los Memphis Grizzlies y los Denver Nuggets han despedido entrenadores en momentos muy poco habituales también, reflejo de la presión por optimizar plantillas costosas en ventanas cada vez más breves.
Los últimos años han demostrado lo rápido que pueden cerrarse las ventanas de oportunidad. En 2021, los Suns parecían destinados a múltiples viajes a las profundidades de los Playoffs con Devin Booker, Chris Paul, Deandre Ayton y Mikal Bridges. Hoy solo sigue Booker allí.
Los Atlanta Hawks, finalistas del Este ese mismo año, cayeron en primera ronda en los dos años siguientes y han terminado en puestos de lotería en los últimos dos.
Los Brooklyn Nets, con Kevin Durant, Kyrie Irving y James Harden, se desmoronaron tras una serie de eventos imprevistos, hardenadas y kyriadas. Estas historias subrayan la volatilidad actual de la liga, donde cada vez es más complicado ver dominios prolongados y cada vez hay que aprovechar más momentos fugaces.
El convenio actual de la NBA ha transformado la forma en que los equipos construyen y mantienen sus plantillas, acortando las ventanas de oportunidad para competir por campeonatos. Las reglas financieras, diseñadas para promover la paridad (y el autocontrol), han obligado a los equipos a apostar todo por el presente o por el futuro, sin medio plazo posible, sacrificando a jugadores y limitando la flexibilidad estratégica.
A lo mejor podemos entenderlo como una NFLización de la NBA, salvando las distancias. Quizás los Oklahoma City Thunder, con su base joven y su batería de picks de draft (mañana hablaremos sobre ellos y el segundo apron), puedan convertirse en la excepción y nos devuelvan a la NBA de las dinastías.