Nos gusta que James Harden sea un 'choker' porque eso nos hace sentir mejores
Una breve reflexión breve sobre la turba y encontrar la satisfacción en el fracaso ajeno.
Es curioso el fenómeno que se produce cuando la masa decide cebarse y hacer leña del árbol caído. Aunque quizás “decidir” no sea el verbo adecuado, porque es casi lo que sale por inercia.
Cuando uno se pone a ver el game 7 entre los Clippers y los Nuggets, especialmente la segunda mitad, al menos lo que a mí me sale natural es ir con la masa a dar palos al que está caído. En este caso James Harden, quien tuvo otra actuación nefasta en un partido decisivo de Playoffs. No fue el único, estuvo en la línea de su equipo, pero en su caso se une a cierto historial de partidos decisivos problemáticos.
Lo sencillo es unirse a la turba y dejarse llevar por la reafirmación de unos a otros y la satisfacción de los likes de la masa enfurecida.
Tom Haberstroh, por ejemplo, escribió un artículo recomendable al respecto, del cual le fusilo esta parte.
Los números lo confirman. Históricamente, la habilidad sobrenatural de Harden para provocar faltas de tres tiros tiende a abandonarlo en los Game 7. Según una investigación de pbpstats.com, Harden ha sumado solo dos faltas de tres tiros en siete séptimos partidos en su carrera, es decir, 0.29 por partido.
En todos los demás partidos de playoffs, su tasa de faltas de tres tiros es de 0.43, lo que marca una caída del 32 por ciento en frecuencia de esos partidos a los Game 7. No hace falta ser un genio para ver por qué su porcentaje de tiros de campo de tres puntos, a su vez, cae del 34.6 por ciento en los playoffs al 22.4 por ciento en los Game 7.
Quitarle a Harden su arma de la falta de tres tiros es como quitarle a Anthony Edwards su capacidad de salto. Siguen siendo muy buenos, aunque debilitados, pero tienen que adaptarse e impactar en el juego de otras maneras. ¿Y sabes qué? Harden lo ha hecho de manera notable, promediando 2.6 robos, 1.3 tapones y 7.9 asistencias en séptimos partidos, algo que ningún otro jugador ha logrado en esas situaciones.
Harden es un jugador de baloncesto brillante, pero es completamente posible que, sin un arbitraje generoso, se meta en su propia cabeza en el perímetro. Los pasos atrás y los aspavientos no funcionan. Se convierte más en un jugador de rol facilitador, lo cual simplemente no es suficiente para tu superestrella.
James Harden, por encima de todo, es un anotador, y ese es el problema con el Harden de los séptimos partidos.
Pero la realidad es que podría haber sido Ben Simmons en su día. O Russell Westbrook. o Kevin Durant. Si cualquiera de ellos tuviera un séptimo partido malo para su equipo también iríamos con la turba a dar palos, porque es lo más fácil y, reconozcámoslo, satisfactorio. Lo verdaderamente complicado es pararse antes de contribuir al linchamiento y pensar en que esta ha sido una muy buena temporada de Harden, y que no debería ser juzgado por un solo partido en concreto.
Da lo mismo, porque lo importante es que nos produce satisfacción que Harden sea un choker en los Playoffs, que Ben Simmons tenga miedo a lanzar triples o que Russell Westbrook falle una bandeja clara y haga una falta tonta en el final de un partido. En el fondo, yo creo que nuestro instinto natural es disfrutar del fracaso de gente que está entre los mejores del mundo en lo suyo, seguramente porque así nos sintamos un poco mejor con nosotros mismos.
Sí, bueno, yo en mi trabajo la cagué el otro día y me llevé una bronca de un cliente, pero al menos no lo he hecho delante de siete millones de personas.
Tiene gracia porque precisamente en AS lo masacran sin piedad. Buena reflexión sin forofismo.
Harden no es el que era, así lo dice su contrato y cuando se le ha dado es porque cobraba como el n1. Me ha parecido un gran jugador con la mala suerte de coincidir con GSW y después, una serie de malas decisiones. Por otro lado creía que LAC serían la sorpresa del Oeste, otra muesca en el revólver.