La WNBA y las jugadoras vuelven a aplazar un lockout. Así está la situación
Ambas partes acuerdan un nuevo aplazamiento de la fecha límite, pero el tiempo apremia.
Sigue sin haber acuerdo.
Justo cuando el reloj marcaba el final del primer aplazamiento de las negociaciones para llegar un nuevo acuerdo colectivo, la liga y el sindicato de jugadoras anunciaron una extensión de otros 40 días, posponiendo la expiración hasta el 9 de enero de 2026.
Esta es la segunda prórroga, la primera fue de 30 días en octubre, y aunque evita un colapso inmediato, también da la sensación de que las partes siguen aún muy alejadas de un acuerdo.
Un informe de Deloitte proyecta que los ingresos del baloncesto femenino saltarán de 710 millones de dólares en 2024 a 1.030 millones en 2025. La oferta más reciente de la WNBA, filtrada interesadamente a medios como Associated Press y ESPN, es un ejemplo de cómo están manejando ambas partes la principal fuente de conflicto, que es el dinero, como siempre. Según se publicaba y se anunciaba a bombo y platillo, la liga proponía un salario máximo que supera los 1,1 millones de dólares anuales, una cifra de siete dígitos que, a primera vista, parece revolucionaria en una liga donde el tope salarial por equipo es de solo 1,5 millones actualmente.
Sin embargo, como después se fue revelando (y como cabía esperarse), este número no es tan directo. El supermáximo base se mantendría en seis dígitos, entre 800.000 y 850.000 dólares, y el total de ese más de un millón de dólares se alcanzaría sumando una participación que se repartiría a las jugadoras en el caso de que la WNBA tuviera un determinado nivel de ingresos que desde la parte de las jugadoras han calificado como desorbitados. Estas lo ven como un truco contable, una forma de inflar las cifras sin garantizar incrementos reales y sostenibles. Kelsey Plum, vicepresidenta primera del sindicato, insistió en que para ellas la prioridad absoluta es establecer un modelo de reparto de ingresos estructural, no salarios basados en bonus.
Esto es lo que piden realmente las jugadoras de la WNBA
Cuando existe una negociación colectiva, una de las estrategias de la patronal es hacer ver al público que las demandas de los trabajadores son exorbitadas. En esa línea, está siendo bastante común estos días encontrarnos con analistas que hablan sobre cómo es imposible económicamente que las jugadoras de la WNBA consigan llevarse el 50% de los ingresos…
Las vías de ingresos actuales de las jugadoras sirven para poner en contexto la demanda de que los salarios vayan ligados directamente a los ingresos de la liga. En 2025, el supermáximo base era de 249.244 dólares, y el mínimo de 66.079. A eso se suman otros bonus escalonados, como 20.825 dólares por ganar el campeonato, 15.450 por ser MVP, o los posibles acuerdos de marketing firmados directamente entre la liga y las jugadoras, que en 2022 permitían a una estrella top de la liga llegar a 700.000 dólares anuales, o eso aseguraba la comisionada Cathy Engelbert. Pero estos extras dependen de si se gana el campeonato o un premio individual que solo se reparte a una jugadora en toda la liga, y muchas rechazan los acuerdos de márketing directos con la liga por limitar sus derechos de NIL de cara a otras firmas de patrocinios.
La realidad es que el convenio actual tiene una cláusula por la cual se activaría una asignación de salarios en función de los ingresos de la liga, pero esa cláusula nunca se activó, pues requería que la WNBA tuviera un un crecimiento del 20% por encima de los objetivos económicos marcados, algo que fue imposible tras la pandemia.
Más allá del dinero, el sindicato exige también mejoras en otros beneficios como los viajes en chárter, la expansión de las plantillas y la flexibilización del tope salarial, que en la WNBA es duro. Hasta ahora parece que ha habido poco avance en estos frentes, lo que sugiere que las negociaciones van para largo.
¿Y qué pasa si no hay acuerdo para el 9 de enero? Las opciones son claras, las mismas que había hasta hace dos días con la extensión actual, pero inciertas. Ambas partes podrían acordar extender nuevamente la fecha límite, se podría decidir operar en un “statu quo”, manteniendo el CBA actual sin fecha fija, pero con riesgo de paro, como si de un gobierno socialista español se tratara con los presupuestos del Estado. O, claro, está la posibilidad de que se llegue ya a un cierre patronal o huelga de las jugadoras.
Pero es lo que os explicaba la última vez: los tiempos se van comprimiendo ya demasiado. Las extensiones permiten que se celebren eventos como la lotería del Draft, que otra vez fue para Dallas, pero hay que tener en cuenta que el draft de expansión para Portland y Toronto casi seguro se paralizaría, y hay que recordar que la agencia libre este año empezó el 21 de enero. Si no hay acuerdo para el 9 de enero entonces los plazos para la próxima temporada sí que estarían en serio peligro.
En este panorama de incertidumbre emerge una figura intrigante: Project B, una nueva liga que planea lanzarse en otoño de 2026 con divisiones masculina y femenina. No es solo una competencia para la WNBA, también pretende ser un catalizador de cambio.
Aunque ya hemos visto otras ligas que iban a cambiar el panorama del deporte moderno y al final quedaron en algo similar o menor a la Kings League, hay que decir que Project B ha firmado a nueve estrellas de la WNBA con salarios superiores a los 2 millones de dólares anuales, muy por encima del supermáximo actual, y una participación en la liga: Nneka Ogwumike (presidenta del sindicato y MVP de 2016), Alyssa Thomas, Jonquel Jones (MVP de 2021), Jewell Loyd, Sophie Cunningham, Kamilla Cardoso, Li Meng, Janelle Salaun y Kelsey Mitchell. Es como si la Kings League fichase a… bueno, no voy a pretender hacer como si tengo la menor idea de fútbol. Si alguien se anima que me deje una comparación.
El calendario de esta competición (noviembre a abril) evita chocar directamente con la WNBA, de momento, pero compite con las ligas europeas y Unrivaled. Y sirven para dar a esas jugadoras de la clase alta un seguro en el caso de que se produzca un lockout en la WNBA. ¿Presionará esto a la liga para ceder en las negociaciones, ofreciendo un reparto más justo? ¿O fragmentará el talento femenino, generando envidias entre la clase media y baja de la liga hacia la clase alta, o diluyendo la calidad de la WNBA?
Tenemos 40 días por delante para descubrirlo.




